“Yo estoy satisfecho de ser gestor del Proyecto Varela, gracias a esta iniciativa ciudadana, me incorpore a la oposición…”
Orlando Zapata Tamayo
Faltan escasas horas, para que se cumpla el primer aniversario, del vil asesinato de nuestro hermano de luchas Orlando Zapata Tamayo, que falleció, tras realizar una prolongada huelga de hambre, donde las autoridades cubanas lo dejaron morir, ya que no le prestaron oportunamente la atención médica requerida en estos casos, pues cuando lo hicieron, presionados por los reclamos internacionales, ya todo era en vano.
Zapata, hasta el final de sus días continuo enfrentándose con firmeza a los carceleros, que como verdaderos verdugos de la Dictadura, maltratan y atropellan sin escrúpulos a la excesiva población penal de Cuba. El régimen dictatorial de los hermanos Castro, lo indujo a inmolarse por su querido pueblo, después de soportar valientemente, largos años de atroces torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Ahora, al mirar por la ventana, veo la nieve caer sobre la hermosa ciudad de León, y la nostalgia del destierro, hace que se agolpen en mi mente las imágenes de aquellos valerosos jóvenes del Parque Central de La Habana, a los que recuerdo con inmenso cariño y admiración.
Estos muchachos eran humildes ciudadanos, que al enterarse por el Ingeniero
-así apodaban a uno de ellos, por tener ese título universitario- de la existencia del Proyecto Varela, lo suscribieron y comenzaron a recoger firmas en el referido parque, que es uno de los lugares más concurridos de la Isla. Recuerdo, que Ofelita Acevedo, la esposa de Oswaldo Payá, me presento al Ingeniero y a través de él, conocí a varios de los jóvenes que eran asiduos a la peña deportiva de ese lugar, entre ellos estaban Zapata, Marcos, René, el Chico de Cojimar, y otros más cuyos nombres no recuerdo.
En pocos días, estos jóvenes, desafiando la represión del Régimen, transformaron la peña deportiva, en un sitio donde muchos ciudadanos comenzaron a concurrir para exponer y mostrar su desacuerdo con el sistema dictatorial imperante en Cuba. Así, lograron recoger numerosas firmas para el Proyecto Varela, hasta que la Seguridad del Estado y otros cuerpos represivos los detuvieron, y jamás les permitieron estar en el Parque Central, pues de manera disimulada, lo mantenían rodeado de efectivos. No obstante, no desistieron en su arduo batallar, ya que comenzaron a ir a otros lugares céntricos; pero la vigilancia y el asedio, que sobre ellos tenía la policía política, obstaculizo su meritoria labor, que fue reprimida despiadadamente, llegando a expulsar de su trabajo al entusiasta René.
En una ocasión encontrándonos Oswaldo y yo, en la casa de su tía Beba, ubicada en la calle Peñón, del capitalino municipio Cerro, nos hicieron la visita Zapata y René, para buscar boletas del Proyecto Varela y el texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, que ellos repartían en la calle a los ciudadanos, para que conocieran sus Derechos. Por cierto, esta Declaración es considerada subversiva por el Gobierno cubano.
A Oswaldo, siempre le era muy grato, los encuentros con estos muchachos. Estuvimos más de una hora conversando y riéndonos de la jocosidad y ocurrencias de Zapata y René. Después ambos se marcharon, y en menos de cinco minutos una vecina nos dijo, que cuando doblaron la calle, tres agentes de la Seguridad del Estado (vestidos de civil), se los llevaron detenidos en un auto marca Lada. En ese preciso instante, dos doctoras que se encontraban de guardia en el hospital pediátrico cercano, vinieron en busca de Oswaldo, pues un niño se encontraba muy grave, en la sala de terapia intensiva, y el equipo de ventilación artificial estaba averiado. Oswaldo, apresuradamente seleccionó las herramientas necesarias, y antes de partir me pidió que indagara por Zapata y René.
Enseguida llame por teléfono a un hermano del Movimiento, y explicándole lo sucedido le pedí que viniera con urgencia, para ir a la casa de René, que era la más cercana. Una hora después, el hermano llego y en pocos minutos volvieron Zapata y René, contándonos que los esbirros de la Seguridad, los habían detenido y forcejeándolos les quitaron las boletas del Proyecto Varela y las hojas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, siendo amenazados con ser llevados a prisión si continuaban recogiendo firmas y se relacionaban con nosotros. Al salir de la casa, Zapata grito con insistencia, que continuaría recolectando firmas para el Proyecto Varela.
Oswaldo, estuvo en el hospital tres días sin poder dormir, hasta que lograron traer otro equipo de ventilación, porque el único que existía, presentaba un desperfecto. Por eso, mando a una persona a su casa para saber de Zapata y René. Ese mismo día por la noche, Ofelita y yo, fuimos al hospital y le relatamos lo acontecido.
Un año y ocho meses después, estando encarcelado injustamente, me trasladaron del Área Especial de la prisión de máxima seguridad de Guanajay, hacia el interior del recinto, junto a los reos comunes. Allí me volví a reencontrar con Zapata. Yo me comunicaba con él, a través de una pequeña ventana, que quedaba más o menos a treinta metros de la celda de aislamiento, donde siempre lo tuvieron. Hablábamos gritándonos y en otras ocasiones mediante cartas, gracias a la ayuda de los reos comunes que trabajaban limpiando y repartiendo lo que daban por alimentación en ese infrahumano sitio.
En el interior del penal, supe de todas las atrocidades que le habían hecho, a mi gran hermano de luchas, Orlando Zapata Tamayo, pero él jamás se rindió. Siempre me comentaba, que estaba satisfecho de ser gestor del Proyecto Varela, ya que gracias a esa iniciativa ciudadana, se había incorporado a la oposición, al igual que otras personas. Por su propia experiencia, consideraba necesario continuar en esa campaña, que entre otras cosas, era la única que había logrado activar al pueblo, y agrietado los cimientos de la Dictadura.
Nunca olvidare, que a él le daban la visita familiar dos horas, cada 45 días; pero, al enterarse por un reo común, que a mi solamente me permitían ver a mi familia dos horas, cada tres meses, le dijo a los militares, que si no me daban la visita cada 45 días, le diría a su mamá Reina Luisa, que lo visitara cada tres meses. Yo estuve ajeno a su solidaridad, hasta que lo visitó la mamá y su hermano Israel. Después de verlos, me dijo lo que había decidido. De haberlo sabido con anterioridad, le hubiera pedido que no hiciera eso, pues la Seguridad del Estado, creaba esa desigualdad para torturarnos psicológicamente y tratar de dividirnos, cosa que no pudieron lograr jamás.
Hace un año, la Dictadura cubana asesino a Zapata Tamayo; pero nunca pudo ni podrá eliminar su entereza, valor y osadía. Su elevadísimo altruismo, hará que la luz eterna brille siempre en él y su ejemplo perdurara, porque Zapata Vive, en los corazones de quienes aman la libertad.
Efrén Fernández Fernández
Miembro de Movimiento Cristiano Liberación
León, 19 de febrero del 2011.